Amor en cada esquina Capitulo 1

Okey, este va a ser un Harem Pero… Con personajes de series que ya existen y los déjare que ustedes elijan algunos personajes ^^
Obviamente el prota se quedará con una o uno solo al final y nada, espero que les guste este inicio dónde presento al prota y a su historia y familia

Capítulo 1: Tragedia Familiar

Ren Aoyama estaba acostado en su cama, mirando al techo con los ojos abiertos, mientras la penumbra de la noche llenaba su habitación. Su mente lo arrastró hacia aquel día, exactamente un año atrás. Cerró los ojos y dejó que los recuerdos lo envolvieran.

—Ren, despierta —una voz femenina suave y cálida resonó en su memoria.

La escena se formó frente a él: una mujer de cabello castaño y una sonrisa que podía iluminar cualquier habitación.

—Vamos, Ren. Es hora de desayunar.

El joven, un año más joven en ese recuerdo, parpadeó varias veces antes de murmurar:

—¿Mamá?

—¿Qué pasa, cariño? —preguntó la mujer con ternura, inclinándose ligeramente hacia él.

—Tuve un sueño… soñé que tú… —su voz se quebró, pero no pudo terminar.

Ella lo abrazó suavemente, apretándolo contra sí como si quisiera borrar cualquier preocupación que tuviera.

—Cariño, siempre estaré aquí para ti y para tus hermanas.

Ren se aferró a ese abrazo, sintiendo la calidez que parecía prometer que todo estaría bien.

Esa mañana transcurrió como cualquier otra en la casa Aoyama. Ren y su madre desayunaron juntos con Ayaka y Riha, las gemelas de diez años, quienes devoraban el desayuno mientras discutían sobre sus planes para el día.

El padre de Ren ya había salido temprano a trabajar, como era habitual, dejando a su esposa al cuidado del hogar. Después de desayunar, Ren se retiró a su cuarto para estudiar. Pero poco después, su madre tocó la puerta.

—Ren, voy a salir un rato. Por favor, cuida a Ayaka y Riha, ¿de acuerdo? —dijo ella mientras asomaba la cabeza por el marco de la puerta.

—Claro, mamá. No te preocupes.

Ella sonrió, una de esas sonrisas que parecían llenar el mundo de luz, y cerró la puerta.

La tarde transcurrió tranquila hasta la hora del almuerzo. Ren, que nunca había sido bueno en la cocina, intentó preparar un plato de udon con lo poco que había en la despensa. El resultado fue desastroso, pero Ayaka y Riha lo comieron sin quejarse, sonriendo mientras intentaban animar a su hermano mayor.

—No está tan mal, Oniichan… —mintió Ayaka, aunque su expresión decía lo contrario.

—¡Sí! ¡Podría ser peor! —rió Riha, llevándose otro bocado con valentía.

A pesar del desastre culinario, la comida estuvo llena de risas. Después de almorzar, las gemelas convencieron a Ren de que jugara con ellas.

—Oniichan, ¿dónde se fue mamá? —preguntó Ayaka mientras jugaban en el salón.

—No lo sé —respondió Ren con una mueca de incertidumbre.

—Creo que fue al banco —intervino Riha, levantando la vista del rompecabezas que estaba armando.

—¿Por qué iría al banco? —preguntó Ren, pero ninguna de las dos tenía una respuesta.

La tarde avanzó y, al caer la noche, la madre de Ren regresó con una sonrisa radiante. Una de esas sonrisas que Ren recordaría para siempre, porque era la misma que había visto cuando nacieron las gemelas.

Más tarde esa noche, Ren esperó en la sala a que su padre regresara. Cuando finalmente llegó, la madre de Ren lo recibió con un abrazo lleno de emoción.

—Amor, lo logré —dijo ella, con los ojos brillando de felicidad.

—¿Qué cosa, Rena?

—Logré que el banco nos aprobara el préstamo para comprar el local. ¡Por fin podremos abrir el restaurante con el que siempre soñamos!

El padre de Ren la abrazó con fuerza.

—Eso es increíble, cariño. Estoy tan orgulloso de ti.

Desde las sombras, Ren sonrió. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que la vida les sonreía.

Sin embargo, todo cambió al día siguiente.

Era el primer día de clases de Ren en su nueva preparatoria. Había llegado temprano a la dirección, esperando instrucciones, pero en lugar del director, encontró a su padre con una expresión sombría.

—Ren… tu madre… —su voz se quebró, y las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro.

Ren no necesitó escuchar más. Corrió tan rápido como pudo hacia el hospital, ignorando el dolor en sus piernas y el peso en su pecho. Llegó jadeando a la habitación donde su madre yacía en una cama, inmóvil, conectada a múltiples máquinas.

—Mamá… —susurró, cayendo de rodillas junto a la cama.

Ren despertó con los ojos húmedos y la garganta apretada. Aquel recuerdo siempre volvía, especialmente en días como este. Se levantó de la cama con determinación, mirando por la ventana mientras el sol comenzaba a despuntar en el horizonte.

Era el primer día de su segundo año de preparatoria. Aunque había faltado la semana pasada debido a una fiebre, sabía que tenía que levantarse y seguir adelante.

“Papá lo hace todos los días”, pensó. “Yo también puedo.”

Después de todo, no podía permitirse fallar. Su padre estaba trabajando en múltiples empleos para mantener a la familia, pagar las deudas y cubrir los costos del hospital. Sus hermanas dependían de él para que todo pareciera normal.

Con un suspiro, se dirigió al baño, decidido a enfrentar lo que el día le deparara. No importaba cuán difícil fuera, Ren sabía que tenía que seguir adelante. No por él, sino por su familia.

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Hay nueva historia gente

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Se da la leída de su vida

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Uuuh, es hora de ponerse a leer jsjs.

Buena historia Tiz, tu si sabes :sunglasses: :facepunch: