Antes que nada: una disculpa por mi demora en subir un Capitulo de esta historia, solo estaba tratando de que este capitulo cumpla con mis expectativas, sin mas que decir, disfruten, y dejen su comentario, gracias por leer todas mis historias
Parte Anterior: El equilibrio de los mundos capitulo 18
Capítulo 19: El Despertar de la Oscuridad
Eira se sentía agotada después de su cita con Zephyr, aunque una sensación de felicidad la envolvía. Después de despedirse con un beso lleno de promesas, regresó a su habitación en la Academia Arcana. Se dejó caer en la cama, sonriendo mientras rememoraba cada momento del día. Sin embargo, pronto, el cansancio la venció, y sus ojos se cerraron.
El mundo de los sueños la acogió, pero esta vez no fue un refugio de paz. Cuando Eira abrió los ojos, no estaba en su habitación. Se encontraba en un lugar oscuro y sombrío, un paisaje desolador que parecía existir solo en sus pesadillas. Las sombras se alargaban y se movían como si tuvieran vida propia, y el aire estaba cargado de una tensión opresiva que le cortaba la respiración.
—¿Dónde estoy? —murmuró, su voz resonando débilmente en la vasta oscuridad.
Se giró, buscando una salida, pero lo único que encontró fue a Arie, encadenada a un pilar. Su rostro estaba demacrado, su cabello desordenado y sus ojos llenos de desesperación. Los gritos de Arie resonaban en el aire, llenos de una angustia que helaba el alma.
—¡Déjenme salir! —gritaba Arie, su voz quebrada y llena de sufrimiento—. ¡Ya cumplí mi promesa! ¡Por favor, déjenme ir!
Eira sintió un nudo en el estómago al ver a Arie en ese estado. Quiso correr hacia ella, liberarla, pero sus pies no respondían. Era como si estuviera atrapada en un lugar donde el tiempo y el espacio no obedecían a las leyes normales. El miedo y la impotencia se apoderaron de ella, haciéndola sentir más vulnerable que nunca.
Entonces, una risa escalofriante resonó a su alrededor. Era una risa fría y cruel que hizo que los vellos de su nuca se erizaran. De las sombras, apareció 3ì4â, con una sonrisa malévola en su rostro. Llevaba dos bolsas en sus manos, cada una con un nombre inscrito: una decía 5ì4â y la otra 4ì4â.
—Las maté —dijo 3ì4â, su voz cargada de triunfo—. Logré acabar con ellas, pero aún debo entrenar para enfrentar a las demás.
Eira sintió el horror apoderarse de su cuerpo. 3ì4â había asesinado a dos entidades más, y su sed de poder parecía insaciable. Intentó gritar, pero ningún sonido salió de su garganta. La desesperación la envolvía, y cada segundo que pasaba parecía una eternidad.
—No… esto no puede estar pasando —murmuró Eira, sintiendo que el pánico la consumía.
3ì4â se acercó a Eira, su sonrisa ampliándose. Sus ojos brillaban con una malicia pura, disfrutando de la tortura emocional que infligía.
—Este es solo el comienzo, Eira. Pronto, no habrá nadie que pueda detenerme. Y tú serás la que sufrirá las consecuencias de mi poder.
Eira sintió un frío intenso recorrer su espalda. La presencia de 3ì4â era abrumadora, una sombra oscura que amenazaba con consumir todo a su paso. Arie seguía gritando, su voz ahora más débil, quebrada por el sufrimiento.
—¡Ayúdame, Eira! —suplicó Arie, sus ojos llenos de lágrimas—. No puedo soportar más esto. ¡Por favor!
La desesperación de Arie se mezclaba con el miedo de Eira, creando una espiral de emociones que la dejaban paralizada. Quería ayudar a Arie, quería detener a 3ì4â, pero no sabía cómo. La impotencia la consumía, y la sensación de estar atrapada en su propia mente era aterradora.
—No puedes detenerme, Eira. Yo soy más fuerte —susurró 3ì4â, acercándose aún más—. Cada vez que te debilitas, yo me fortalezco. Y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo.
Eira se despertó de golpe, su cuerpo empapado en sudor. Su respiración era rápida y superficial, y su corazón latía con fuerza en su pecho. Las imágenes de Arie encadenada y 3ì4â triunfante seguían grabadas en su mente, como un eco siniestro que no podía borrar.
Se levantó de la cama, caminando de un lado a otro en su habitación, tratando de calmarse. Pero el miedo no la dejaba. Sabía que tenía que hacer algo, que no podía permitir que 3ì4â siguiera causando daño. Decidió que debía volver a dormir, volver a ese lugar y encontrar una manera de ayudar a Arie.
—No puedo dejarla así —se dijo a sí misma, decidida.
Volvió a acostarse, cerrando los ojos con fuerza, esperando que el sueño la llevara de regreso a ese oscuro lugar. Tenía que enfrentarse a 3ì4â, tenía que encontrar una manera de liberar a Arie y detener la oscuridad que se cernía sobre su mente.
El capítulo terminó con Eira volviendo a cerrar los ojos, decidida a enfrentar la oscuridad que la acechaba, sin saber lo que le esperaba al otro lado de sus sueños.