El equilibrio de los mundos capitulo 5

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Capítulo 5: Sueños y Revelaciones

Eira se encontraba de nuevo en ese misterioso lugar blanco. La sensación de familiaridad y desconcierto la envolvía mientras miraba a su alrededor, buscando respuestas en la nada infinita.

—¿Otra vez aquí? —murmuró, su voz reverberando en el vacío.

Un frío repentino recorrió su espina dorsal cuando una voz resonó, profunda y ominosa.

—No sabes nada, Eira.

El corazón de Eira latió con fuerza mientras giraba sobre sus talones, intentando localizar a la fuente de la voz. Pero antes de que pudiera ver quién era, la blancura del lugar comenzó a desvanecerse, y Eira se despertó bruscamente, su cuerpo cubierto de sudor frío.

El amanecer apenas asomaba por la ventana de su dormitorio. Respirando profundamente para calmarse, Eira se levantó de la cama y comenzó a prepararse para el día. El sueño seguía nublando sus pensamientos, pero decidió centrarse en la rutina diaria. Se dirigió al baño, se duchó rápidamente y se vistió con su uniforme de la Academia Arcana. Pronto se encontraba lista para enfrentarse a otro día de clases y misterios.

Bajó las escaleras y se dirigió al comedor donde Aurora ya estaba sentada, disfrutando de su desayuno.

—¡Buenos días, Eira! —saludó Aurora con una sonrisa brillante—. ¿Dormiste bien?

Eira vaciló por un momento antes de responder.

—Lo intenté. —dijo, forzando una sonrisa—. Pero tuve otro de esos sueños extraños.

Aurora la observó con preocupación, pero antes de que pudiera preguntar más, Zephyr, Nix y Nyx se unieron a ellas en la mesa, iniciando una animada conversación sobre las clases del día.

Las horas de clase pasaron sin incidentes mayores. Eira intentó concentrarse en las lecciones, aunque su mente seguía vagando hacia el sueño y la enigmática voz que la había perturbado. Al finalizar la última clase, encontró una carta extraña en su escritorio. La carta era simple y contenía un mensaje corto pero inquietante:

—No te demores en ir a tu habitación.

Eira miró a su alrededor, buscando a alguien que pudiera haber dejado la nota, pero nadie parecía prestarle atención. La curiosidad y una leve sensación de inquietud la impulsaron a obedecer. Caminó rápidamente por los pasillos, sintiendo que algo importante estaba a punto de revelarse.

Al llegar a su habitación, abrió la puerta con cautela. La oscuridad reinaba en el interior, y Eira tanteó la pared en busca del interruptor de la luz. Al encenderlo, una explosión de alegría y colores la recibió. Sus amigos y sus madres estaban allí, sonriendo y gritando:

—¡Sorpresa!

Eira se quedó boquiabierta. La habitación estaba decorada con guirnaldas y globos, y una mesa llena de delicias mágicas ocupaba el centro. Sus madres, Morgana y Emily, se acercaron para abrazarla.

—¡Feliz cumpleaños, mi amor! —dijo Morgana, besando la frente de Eira.

—Espero que te haya gustado la sorpresa —añadió Emily con una sonrisa cálida.

Eira se sintió abrumada por el amor y la felicidad. Entre risas y festejos, se permitió olvidar sus preocupaciones por un momento. La música llenó la habitación y pronto todos estaban bailando y disfrutando de la fiesta. Eira se movía de un grupo a otro, agradeciendo a cada uno por estar allí y celebrando con ella.

Más tarde, cuando la fiesta estaba en pleno apogeo, Eira decidió hablar a solas con Zephyr. Lo llevó a un rincón tranquilo de la habitación, lejos del bullicio.

—Zephyr, necesito hablar contigo sobre algo que me ha estado preocupando —dijo Eira, su voz seria.

Zephyr la miró con interés.

—Claro, Eira. ¿Qué sucede?

Eira comenzó a explicarle sobre sus sueños, la voz misteriosa y la inquietud que sentía. Zephyr escuchó atentamente, asintiendo de vez en cuando.

—Eira, creo que estos sueños podrían estar relacionados con algo importante. Tal vez deberíamos investigarlos más a fondo —sugirió Zephyr.

Eira asintió, sintiendo un poco de alivio al compartir su carga. La conversación se desvió hacia otros temas mientras bebían un poco de vino que Morgana y Emily habían traído. Con el paso del tiempo, Eira empezó a relajarse más de lo habitual, sintiendo el efecto del alcohol.

Antes de que se diera cuenta, las palabras comenzaron a fluir sin filtros.

—Zephyr, hay algo más que necesito decirte… —empezó, titubeando.

Zephyr la miró con curiosidad.

—¿Qué es, Eira?

Eira respiró hondo, sus ojos encontrando los de Zephyr. El ambiente a su alrededor parecía desvanecerse, dejando solo a los dos en su propio mundo.

—Zephyr, creo que estoy enamorada de ti —confesó Eira, sintiendo un calor subir a sus mejillas.

Zephyr la miró sorprendido, sin saber qué decir. Pero antes de que pudiera responder, Eira tambaleó un poco, el vino haciendo efecto.

—Eira, creo que has bebido un poco de más —dijo Zephyr suavemente, sosteniéndola para que no cayera.

—Sí, tal vez… —murmuró Eira, sintiendo que el mundo a su alrededor se volvía borroso.

Zephyr la ayudó a sentarse, y poco después, Eira se quedó dormida, exhausta y un poco aturdida por el alcohol. Zephyr la observó por un momento, reflexionando sobre sus palabras, antes de regresar a la fiesta para despedir a los demás invitados.

Al día siguiente, Eira se despertó con un fuerte dolor de cabeza. Los eventos de la noche anterior estaban borrosos en su memoria. Cuando se encontró con Zephyr en el desayuno, él actuó con normalidad, sin mencionar nada de lo que había ocurrido.

—¿Cómo te sientes, Eira? —preguntó Zephyr con una sonrisa.

Eira se llevó una mano a la frente, sintiendo el eco de su resaca.

—Creo que bebí un poco de más anoche. ¿Dije algo raro? —preguntó, su voz llena de incertidumbre.

Zephyr negó con la cabeza, manteniendo una expresión neutral.

—Nada que no pueda olvidarse. Vamos, hoy tenemos un día ocupado.

Eira asintió, agradecida por la discreción de Zephyr. Aunque no recordaba todo, sentía que había algo importante que aún necesitaba resolver. Con un suspiro, se preparó para enfrentar el nuevo día, sabiendo que, a pesar de todo, no estaba sola en su caminó.

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