Fragmentos de un corazón roto #4 Remake

Capítulo 4: Chispas y Escarcha

El suave rayo de luz se filtraba por la ventana, acariciando el rostro de Tyler. Despertó lentamente, sintiendo el calor de una pequeña figura a su lado. Abrió los ojos y vio a Lilith dormida, su respiración tranquila y su cuerpo acurrucado contra él. Por un instante, sonrió con ternura, recordando lo que había pasado la noche anterior. Sin embargo, esa paz se desvaneció en cuanto sintió una presión intensa en la habitación.

Giró la cabeza y se encontró con las miradas de Amelia y Camila, quienes estaban de pie en la puerta, observando la escena con ojos entrecerrados. El silencio era incómodo, la atmósfera tensa, y en sus expresiones se reflejaba una mezcla de sorpresa y malinterpretación.

—T-Tyler… —empezó Camila, con la voz titubeante.

—¿Qué demonios es esto? —gruñó Amelia, cruzando los brazos, su ceño fruncido—. No me digas que… —sus ojos brillaban de indignación y algo más, algo que no quería admitir—. ¿Acaso dormiste con ella?

Tyler, todavía aturdido, se enderezó rápidamente, pero antes de que pudiera explicar, Amelia ya había dado media vuelta y salido de la habitación, pisando fuerte.

—¡Espera, Amelia! —intentó detenerla, pero ella se alejó sin escuchar.

Camila permaneció unos segundos más, sin saber si decir algo o no. Finalmente, con una mirada fugaz hacia Lilith, salió tras Amelia, aunque su andar era mucho más silencioso.

Tyler suspiró y se pasó una mano por el rostro, sintiéndose agotado ya desde la mañana. Sabía que aquello era un malentendido, pero explicarlo no sería sencillo.

Lilith, despertando por el sonido, lo miró con ojos somnolientos.

—¿Qué pasó? —preguntó en un susurro.

—Nada importante —respondió Tyler con una sonrisa cansada—. Vamos, me ocuparé de preparar el desayuno.

Al levantarse, Lilith se quedó pensativa por un momento, sintiendo el calor del lugar donde había estado durmiendo. No quería admitirlo, pero estar con Tyler de esa manera le daba una sensación de seguridad… y algo más. Pero rápidamente desechó esos pensamientos, no queriendo complicar las cosas. Sin embargo, esa pequeña chispa de interés ya había encendido algo en su interior.

Mientras Tyler se dirigía a la cocina, Amelia y Camila ya estaban allí, aparentemente esperando. El ambiente estaba tenso, y apenas lo vieron entrar, ambas intentaron acaparar su atención.

—Tyler, siéntate. Yo te prepararé algo de comer —dijo Camila con una voz suave, pero con una determinación que rara vez mostraba. Sus manos ya estaban buscando ingredientes en la nevera, sacando huevos y tocino, aunque su nerviosismo era evidente.

—¿Eh? ¿Por qué? —interrumpió Amelia, acercándose rápidamente—. ¡Tsk! No seas tan servicial. Tyler prefiere algo rápido, no algo grasoso y pesado por la mañana —añadió, tomando un sartén y encendiendo la hornalla. Sus movimientos eran rápidos y precisos, pero había una energía intensa en su actitud.

Tyler las observaba con confusión, sin entender del todo la competencia que parecía haberse instalado entre ellas.

—Chicas, no es necesario que cocinen para mí. Yo… —intentó decir, pero fue interrumpido.

—¡Cállate! —respondieron ambas al mismo tiempo, lo que hizo que intercambiaran una mirada rápida de desafío.

Mientras Amelia picaba ingredientes con velocidad, Camila intentaba mantenerse a su ritmo, sacando frutas y mezclando jugos. Lilith entró justo en ese momento, observando la escena con una mezcla de sorpresa y confusión. Se quedó parada en la puerta, sin saber si debía intervenir o no.

A medida que la competencia culinaria se intensificaba, Lilith no pudo evitar notar la atención que Amelia y Camila le dedicaban a Tyler. Cada movimiento que hacían, cada palabra que decían, parecía tener un solo objetivo: ganarse su mirada, su aprobación. Esto hizo que un sentimiento incómodo brotara en su pecho. ¿Por qué le molestaba tanto? No quería reconocerlo, pero cada vez que Tyler sonreía ante uno de los platos que le ofrecían, esa chispa de interés en su interior se encendía un poco más.

Tyler, por otro lado, seguía sin notar la tensión subyacente. Finalmente, al no poder seguir el ritmo de ambas, decidió intervenir.

—Voy a hacer waffles. Es lo que más le gusta a Lilith para el desayuno —dijo con una sonrisa despreocupada, como si no se diera cuenta de la batalla que se libraba a su alrededor.

Amelia y Camila se detuvieron, sorprendidas por su comentario, pero rápidamente retomaron su competencia, esta vez ayudando a Tyler con los ingredientes. Sin embargo, ahora había un objetivo claro en sus mentes: no perder ante la otra.

Lilith, desde su rincón, observaba en silencio. Ver cómo ambas luchaban por la atención de Tyler le resultaba extraño, y no sabía cómo sentirse al respecto. Sabía que él no lo hacía con mala intención, pero cada pequeño gesto, cada mirada, hacía que su propio corazón se agitara. No podía ignorarlo por más tiempo.

El día transcurrió entre pequeños momentos en los que Amelia y Camila intentaban, de diferentes maneras, monopolizar a Tyler. Una vez en la sala, mientras jugaban videojuegos, Amelia se sentó a su lado y se inclinaba ligeramente sobre él para indicarle cómo mejorar su técnica, aunque su actitud la hacía insultarlo cada vez que cometía un error.

—¡Idiota! ¿No puedes ni siquiera apretar bien los botones? —se quejaba ella, aunque un rubor leve coloreaba sus mejillas. A pesar de sus palabras duras, había una clara intención de acercarse a él.

Camila, por otro lado, mantenía una distancia un poco más prudente, pero cada tanto encontraba formas sutiles de tocar a Tyler, ya fuera al pasarle algo o al reírse suavemente de alguno de sus comentarios. Su timidez era evidente, pero también lo era su intento por captar su atención.

Lilith se encontraba a un lado, intentando no involucrarse, pero era imposible no sentir una mezcla de emociones. Por un lado, estaba contenta de ver a Tyler tan rodeado de personas que se preocupaban por él, pero por otro… no podía evitar sentirse molesta. Había algo en esa competencia silenciosa entre las dos chicas que la hacía sentir incómoda. Y, aunque intentaba negarlo, cada vez que Tyler sonreía a alguna de ellas, su corazón latía un poco más rápido. No quería admitirlo, pero no podía negar que sentía algo por él.

Al caer la tarde, una sombra se cernió sobre la tranquilidad de la casa. Manao apareció sin previo aviso, su expresión fría y calculadora. Al verlo en la puerta, el ambiente se tensó inmediatamente.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Tyler con voz dura, dando un paso adelante.

Amelia y Camila se pusieron en alerta de inmediato. No sabían qué había pasado entre Manao y Lilith, pero la forma en que Tyler se había interpuesto dejaba claro que no era algo bueno. Sin pensarlo dos veces, ambas desplegaron una pequeña muestra de sus poderes.

Amelia, con una mirada desafiante, alzó una mano, y pequeñas chispas comenzaron a danzar en sus dedos. El calor en la habitación aumentó rápidamente.

—No sé qué quieres, pero será mejor que te largues antes de que te arrepientas —amenazó, su tono gélido contrastando con el fuego que brotaba de su mano.

Camila, por su parte, dejó que el frío invadiera el aire a su alrededor. Cristales de hielo comenzaron a formarse en sus manos, reflejando la luz con un brillo amenazante.

—Si no te vas, no dudaré en congelarte aquí mismo —dijo con una voz suave, pero firme.

Manao frunció el ceño, dando un paso atrás. La clara demostración de poder de ambas chicas lo hizo reconsiderar. Tyler, aunque no mostraba ningún poder visible, fue el que dio el paso final, colocándose entre Manao y la puerta.

—No volverás a acercarte a Lilith —dijo con una voz tan fría como el hielo de Camila—. Esto es una advertencia.

Manao los miró a todos con desdén, pero finalmente retrocedió. Sin decir una palabra más, se dio la vuelta y se marchó, aunque sus últimas palabras resonaron en el aire.

—Volveré. Esto no ha terminado.

Cuando la puerta se cerró, el ambiente quedó cargado de tensión. Tyler dejó escapar un suspiro de alivio, pero sabía que aquello era solo el comienzo de algo más grande.

Esa noche, Lilith y Tyler estaban sentados juntos en la sala, el ambiente mucho más tranquilo. El peligro había pasado, pero las emociones seguían a flor de piel.

—Tyler… —empezó Lilith, pero sus palabras se desvanecieron en el aire. Quería decirle lo que sentía, quería confesarle lo que había descubierto durante el día, pero no podía.

Tyler la miró con atención, notando que algo parecía rondar en su mente.

—¿Estás bien? —preguntó él con suavidad, acercándose un poco más.

Lilith desvió la mirada rápidamente, sintiendo el calor subir a su rostro. No podía mirarlo a los ojos sin que esa chispa de interés, que había estado tratando de ignorar todo el día, se encendiera aún más.

—Sí… estoy bien —respondió, su voz apenas un susurro.

Tyler no insistió, pero su mirada permaneció sobre ella por unos segundos más. Notó cómo Lilith jugaba con los mechones de su cabello, algo nerviosa, evitando cualquier contacto visual. Había algo diferente en su comportamiento, algo más tímido y reservado de lo habitual, pero no supo identificar qué era.

—Ha sido un día largo —dijo él finalmente, rompiendo el silencio—. Siento que Manao haya venido a molestarte otra vez. No dejaré que se acerque a ti de nuevo.

Lilith asintió en silencio, sin confiar en su voz. Agradecía las palabras de Tyler, pero cada vez que pensaba en lo que él había hecho por ella, algo dentro de ella se agitaba. Su corazón latía con más fuerza, y cada vez le era más difícil ignorar esos sentimientos. Intentó hablar de nuevo, pero solo consiguió apretar sus labios.

Tyler se levantó para apagar las luces, preparándose para descansar. Al volver, notó que Lilith parecía más nerviosa de lo habitual, con un ligero rubor en sus mejillas. Sin decir nada, se acostó junto a ella como la noche anterior. La cercanía entre ambos volvía a despertar algo en el pecho de Lilith, pero se obligó a relajarse, aunque su mente no dejaba de girar en torno a Tyler.

Justo antes de cerrar los ojos, Lilith pensó en lo que había sentido durante todo el día. No podía negarlo más, había algo entre ellos que iba más allá de la simple amistad. No lo admitiría aún, no en voz alta, pero para ella era claro: sentía algo por Tyler.

Sin decir una palabra más, Lilith se acurrucó ligeramente junto a él, sintiendo su calidez. Ambos volvieron a dormirse, abrazados, como si esa fuera la única forma de encontrar paz en medio del caos.

Y aunque no había hablado de sus sentimientos, Lilith sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentarlos.

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