Capítulo 7: La misión con Amelia
El día comenzó como cualquier otro, pero Amelia se despertó con un leve malestar. No era el típico enfado o frustración que sentía cuando Tyler hacía o decía algo que no entendía, era algo más profundo. Sabía que algo estaba cambiando, y por más que quisiera ignorarlo, no podía. No después de los últimos días.
Mientras Tyler recogía sus cosas para la misión que Amanda había anunciado, Amelia se cruzó de brazos, intentando parecer desinteresada. Sabía que no era lo mismo. Había estado bajando sus defensas y, aunque odiaba admitirlo, a su lado se sentía más cómoda de lo que jamás imaginaría.
—Amelia, ¿lista? —preguntó Tyler con su usual energía.
Ella lo miró de reojo, tratando de mantener su fachada indiferente.
—Claro que sí. No soy yo quien siempre llega tarde. —Intentó sonar molesta, pero su tono era más suave de lo habitual, lo que no pasó desapercibido para Tyler.
Una vez en el templo abandonado, la misión comenzó de inmediato. Las sombras que los atacaban eran rápidas y poderosas, pero entre el fuego de Amelia y las alas de Tyler, el equipo parecía imbatible. Sin embargo, había algo distinto en la manera en que trabajaban juntos. Amelia no solo atacaba por su cuenta, sino que se estaba coordinando con Tyler, observándolo de cerca.
Después de un rápido movimiento en el que Tyler derrotó a varios enemigos con un solo golpe, Amelia lanzó una ráfaga de fuego, derribando a otro grupo. Ambos intercambiaron una mirada cómplice. Esta vez, no hubo la clásica distancia o enfado de Amelia.
—No lo hiciste tan mal esta vez —dijo ella, pero había una sonrisa pequeña, casi imperceptible en sus labios.
Tyler sonrió ampliamente. Estaba acostumbrado a sus comentarios duros, pero esta vez había algo diferente.
—¿Eso fue un cumplido? —bromeó él, acercándose un poco más.
Amelia se sonrojó levemente, pero trató de ocultarlo, volviendo a centrarse en la batalla.
—No te hagas ilusiones —respondió, aunque el tono era mucho más suave de lo que pretendía.
La batalla continuó, y cuando Tyler volvió a salvarla de un ataque sorpresa, las barreras de Amelia comenzaron a tambalearse más. Mientras él la cubría con sus alas y la protegía, pudo sentir su calidez más de cerca, un sentimiento que no estaba dispuesta a aceptar del todo.
—¿Por qué siempre haces eso? —preguntó ella, mirando directamente a Tyler después de que la salvó una vez más.
—¿Hacer qué? —respondió Tyler, genuinamente confundido.
—Cubrirme… como si no te importara lo que te pase a ti. —Su voz era más baja, más vulnerable. Algo que rara vez dejaba salir.
—Porque me importas —dijo Tyler sin pensarlo mucho, con su sinceridad habitual.
Amelia sintió cómo su corazón daba un vuelco, y por un breve momento, no pudo evitar sentirse más cercana a él. Pero, antes de que pudiera dejarse llevar por esos pensamientos, se apartó un poco.
—Tú… —Empezó a hablar, pero las palabras se le atoraron en la garganta. En su lugar, simplemente volvió a lanzarse a la batalla, aunque Tyler notó el cambio en su actitud.
Cuando la misión terminó y ambos derrotaron al último enemigo, Amelia estaba agotada, tanto física como emocionalmente. Se apoyó contra una columna del templo, respirando con dificultad. Tyler se acercó, preocupado.
—¿Estás bien? —preguntó, colocando una mano en su hombro.
Amelia lo miró de reojo, sin poder mantener la compostura como siempre lo hacía. Su corazón latía con fuerza, no solo por el esfuerzo físico, sino por todo lo que había sentido durante la misión.
—Estoy bien, solo… solo un poco cansada. —Su tono era más suave, casi dulce. Tyler lo notó, pero decidió no mencionarlo.
—Bueno, hiciste un gran trabajo hoy —dijo él, sonriendo.
Amelia bajó la mirada, tratando de ocultar su sonrisa. Algo en su interior se había suavizado, y aunque aún le quedaba mucho por aceptar, no podía ignorar que Tyler le estaba haciendo bajar las barreras, aunque fuera de a poco.
Caminaron juntos de regreso al departamento, el silencio entre ellos era cómodo, casi íntimo. Tyler hablaba sobre la misión y cómo habían trabajado bien en equipo, pero Amelia estaba en su propio mundo, procesando sus sentimientos.
Ya en el departamento, Amelia se detuvo en la puerta antes de entrar. Había algo que quería decir, algo que no podía contener más.
—Tyler… —Lo llamó, su voz vacilante.
Él se giró, esperando a que continuara.
—Gracias por… bueno, por siempre estar ahí. —No lo miraba directamente, pero la sinceridad en sus palabras era evidente.
—Es lo que haría por cualquiera de mis amigos —respondió Tyler con su habitual honestidad.
Amelia frunció el ceño por un instante, pero luego suspiró. Sabía que Tyler era demasiado ingenuo para entender lo que realmente estaba sintiendo, pero, al mismo tiempo, eso era lo que más le gustaba de él.
—Sí… claro. —Su tono fue más suave de lo habitual, y aunque intentaba seguir con su fachada, no podía ocultar lo mucho que significaba para ella su presencia.
Antes de entrar al departamento, Amelia se detuvo y lo miró una última vez.
—No te acostumbres… pero, hoy no estuviste tan mal. —Esta vez, su sonrisa fue más visible, y aunque Tyler no comprendía del todo lo que estaba ocurriendo, sonrió de vuelta.
Amelia sintió cómo su corazón latía con fuerza, pero en lugar de ocultarlo, esta vez permitió que esos sentimientos estuvieran ahí, aunque solo fuera un poco.
Tyler, por su parte, aún no sabía exactamente qué significaban esos pequeños cambios en Amelia, pero algo le decía que estaban más cerca que nunca. Mientras ella se adentraba en su habitación, él se quedó pensando en todo lo que había ocurrido ese día.
El sol ya se estaba poniendo, y mientras las luces del departamento se apagaban lentamente, ambos sabían que la relación entre ellos había cambiado, aunque fuera un poco. Amelia aún tenía mucho que procesar, pero en el fondo, sabía que estaba dejando entrar a Tyler en su vida de una manera que no había hecho con nadie más.
Y eso, aunque no lo dijera en voz alta, la asustaba… pero también la hacía sentir un calor que no podía ignorar.