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Capítulo 5: La familia Longfang
Cuando el timbre sonó, un pequeño dragoncito, más joven que Tailey, abrió la puerta. Tailey le dio un codazo a Sabrine, y está reaccionó rápido.
-¡Eh! Em… ¡ardientes días, joven dragón!
El dragoncito se quedó con la boca abierta y pestañeó varias veces. Después saltó de emoción y en sus ojos apareció un brillo casi indescriptible.
-¡¿Eres una humana?! ¡¿Una humana de verdad?! - exclamó el dragoncito.
-Sí… soy una humana. Y mi nombre es Sabrine Fraser - dijo Sabrine, ahora un poco orgullosa de que el pequeño se interesase en ella.
-¡Yo soy Claw! ¿Y qué haces aquí? No nos vas a comer, ¿verdad?
Sabrine se rió y negó con la cabeza mientras Tailey le aclaraba que Claw era su hermanito. Luego, Bad Boy se plantó delante de Claw, y éste último lo reconoció:
-¡Tú eres el que se comió las flores de papá!
-Sí, pero Sabrine y yo lo atrapamos y lo educamos para que aprendiera a hacer el bien - respondió Tailey, convencida de que Claw las ayudaría a convencer al padre de acoger a una humana en la casa.
-Eso es genial, ¡papá se va a poner contentísimo!
-Eso espero… - murmuró Sabrine, impaciente y nerviosa sobre la decisión del padre de Tailey y Claw.
Los cuatro se dirigieron a la parte trasera de la casa, ya que allí solía pasar las mañanas el padre. Le apasionaba la jardinería, y eso se podía ver en las decoraciones del largo pasillo que cruzaba toda la casa.
Cuando los cuatro llegaron al jardín, lo menos que esperaban ver era a una señora mayor haciendo acrobacias sobre segadora a pedal. Un dragón que estaba trabajando en el jardín, aparentemente el padre de Tailey y Claw, se sorprendió y sobresaltó al ver a la señora:
-¡¿Pero que rayos, mamá?! - exclamó el dragón.
Sabrine y Tailey se rieron por esto, y Claw fue a ver a su abuela, que ya se había bajado de la segadora. Tailey rápidamente agarró de la mano a Sabrine y la llevó junto a su padre.
-Papá, tengo una gran noticia.
El padre se dirigió hacia ella y, al ver a la humana, se sobresaltó y casi se cae hacia atrás.
-¡Madre del dragón hermoso! ¿Qué has hecho esta vez?
-Ella es una humana sin hogar, y pensé que podíamos acogerla hasta que mejore en la vida.
A pesar de la carita de buena que Tailey había puesto, el padre estaba atónito, molesto y asustado.
-Pero… pero puede ser peligrosa. Quién sabe si en algún momento nos comerá…
Sabrine se vio confundida al escuchar eso. ¿Comérselos? ¿Qué pensaban los dragones que hacían los cazadores con ellos?
-Oh, vamos, papá. ¡Sabes que eso no va a pasar! Además, es amable. Mira.
Tailey le dio otro codazo a Sabrine, y ésta en vez de quejarse por segunda vez dio un paso adelante e hizo una reverencia.
-Ardientes días, señor. Me llamo Sabrine Fraser y estoy dispuesta a ayudar en lo que sea, así pueda compensar la amabilidad de su hija - dijo Sabrine en un tono excesivamente cordial, para después compartir un guiño pícaro con Tailey.
-Yo me llamo Roarbert Longfang - dijo el padre con un poco de sospecha - No estoy muy seguro de que sea buena idea…
En ese momento, Claw y la abuela aparecieron para unirse al debate:
-Pero Roarbert, los niños están encantados con ella - dijo la abuela, quién parecía confiar en Sabrine.
Claw se acercó a Tailey y le susurró que, efectivamente, ya le había contado todo a la abuela.
Roarbert estaba a punto de aceptar, pero una aparición inesperada envolvió el aire. Un dragón más mayor que Tailey pero igualmente joven, se plantó delante de Roarbert.
-¿En serio estás dispuesto a dejar que una criatura tan salvaje e incivilizada conviva con nosotros? - dijo en un tono firme, con un claro dejo de desdén hacia Sabrine - Llevo todo el rato escuchando, y me parece increíble que estés a punto de decir que sí.
Roarbert se quedó sin saber qué decir, como si no pudiera negar o afirmar los hechos. Viendo que su hijo no estaba dispuesto de tomar la decisión, la abuela tomó la palabra:
-Ya es suficiente, Tooth-Mark. Vete a tu cuarto - dijo la abuela, y Tooth-Mark fue a su cuarto sin rechistar.
Roarbert suspiró y decidió que Sabrine sí podía quedarse temporalmente en su casa. Sabrine saltó de alegría, y Tailey le dio un abrazo. Bueno, más bien un abrazo a sus piernas. La chica, decidida a compensar todo esto, le preguntó a Roarbert en qué podía ayudar. Éste le dijo que podía ayudarlo a regar las flores. Sabrine asintió y comenzó a regar las flores.
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Nuevo episodioooooo