Perdón por la demora gente acá está su capítulo U-U
ATENCIÓN--------> IMAGEN DELICADA (sin miedo al baneo Ù-Ú)
Hace mucho tiempo, se contaba una historia peculiar entre los ecos del cosmos. Una entidad conocida como el Juicio Aleatorio, imparcial y severa, sintió algo que jamás había experimentado: compasión. Se dice que fue al observar un alma que no albergaba ni sueños ni metas, una existencia vacía, y por primera vez, titubeó en su dictamen eterno.
Sebastián: Es muy triste esa historia, Mr. Clock. ¿De verdad ocurrió?
Un reloj humanoide con engranajes visibles en su torso, manos metálicas y una esfera donde debía estar su rostro, se inclina ligeramente hacia adelante. Su voz resonaba como un tic-tac entrecortado.
Mr. Clock: Nada es tan simple como parece, Sebastián. Hace girar una manecilla en su pecho. En el momento en que mueres, ya no importa quién fuiste o lo que hiciste; cualquiera puede acabar en Shadowfall, el limbo de almas olvidadas.
Sebastián: Cruza los brazos con determinación. Bueno, yo seré la excepción. ¡Voy a convertirme en maestro de ceremonias del circo más grande del mundo! ¡Ni siquiera Elimity podrá ignorar un alma tan brillante como la mía!
Mr. Clock: Sonríe débilmente, aunque sus engranajes chirrían con un susurro. Tal vez… aunque hay fuerzas más allá de nuestro control. Me gusta tu entusiasmo, Sebastián, pero… baja la voz, como si hablara consigo mismo temo que esto no terminará bien.
Un ruido ensordecedor interrumpe su conversación. Vidrios se rompen en otra habitación y gritos llenan el aire.
Sebastián: Con los ojos abiertos como platos. ¡Mr. Clock, escóndete! ¡Son mis padres, no pueden verte!
El reloj humanoide parpadea y desaparece en una nube de humo metálico justo cuando dos figuras irrumpen en la habitación.
Emily: Con una botella vacía tambaleándose en su mano. Eres una decepción para esta familia.
Sebastián: Madre…
Emily: Avanza, su voz cargada de desprecio. Una decepción para tu sangre. Deberías estudiar más en lugar de soñar con tonterías.
Sebastián retrocede, atónito. La botella en la mano de su madre refleja la tenue luz del cuarto.
Emily: Bajo un susurro venenoso. Por tu culpa, tu padre ni siquiera quiere estar en casa.
Sebastián: Con un nudo en la garganta. ¿Qué hice mal, madre?
Emily: Sonríe torcidamente, su aliento apesta a alcohol. Si no fuera porque el negocio no debe perder su imagen, nunca habrías nacido…
De repente, Emily se lanza sobre él, forcejeando mientras intenta golpearlo con la botella.
Sebastián: ¡Madre! ¡Basta!
Emily: Gritando mientras lo empuja al armario. ¡No debes existir!
La botella se estrella contra la cabeza de Sebastián. Un último grito ahogado sale de sus labios antes de que la oscuridad lo consuma.
Cuando todo se aquieta, Mr. Clock aparece nuevamente en la habitación, observando el cuerpo inerte de Sebastián.
Mr. Clock: Con voz quebrada. No puedo interferir en las líneas del tiempo… pero cómo desearía haber evitado esto.
Lentamente, recoge el cuerpo, limpiando la sangre con sus dedos metálicos. Luego lo acomoda en el suelo, como si estuviera durmiendo.
Sebastián: Despertando de golpe, flota en un espacio infinito lleno de estrellas y nebulosas brillantes. ¿Dónde estoy?
Elimity: Una figura etérea, con ojos que parecen constelaciones, aparece frente a él. Bienvenido a la muerte, Sebastián.
Sebastián: ¿Tú eres de quien me habló Mr. Clock? ¿Estoy muerto?
Elimity: Sí. Es lamentable, pero ahora debo decidir tu destino.
Sebastián: ¡Espera! Hay dos mundos después de la muerte, ¿no? Yo no debería estar aquí, ¡tengo muchas cosas que hacer todavía!
Elimity: Con frialdad. Podrás volver al mundo de los vivos, pero solo como un espectro. Nunca volverás a estar realmente vivo.
Detrás de Elimity, manecillas gigantes comienzan a girar. Sebastián grita mientras cae hacia un abismo rojo. Todo se convierte en lava, niebla y caos. A su alrededor, ladrones y criaturas grotescas se pelean entre sí.
Sebastián: Llorando mientras observa el paisaje. Mr. Clock tenía razón… Elimity solo pudo sentir compasión una vez en toda la eternidad.
Se sienta en un rincón, su rostro una mezcla de ira y tristeza.
Sebastián: Te odio, madre… y también a ti, padre.
Una mano toca su hombro, sacándolo de sus pensamientos.
???: Hey, pequeño, ¿qué haces aquí?
Sebastián: Confundido, se gira para encontrar un conejo blanco de traje formal mirándolo. Acabo de mor7r… no sé qué hago aquí.
Rabet: Inclina su sombrero de copa con elegancia. Qué curioso. Mi nombre es Rabet, y el gran Elisium ha esperado tu llegada. Eres especial, Sebastián. Tienes un poder que ni siquiera imaginas, y yo seré tu consejero personal.
Sebastián: Con incredulidad. ¿Mi muerte ya estaba predestinada?
Rabet: Sonríe misteriosamente. Algo así. Ahora sígueme, el palacio de Elisium es inmenso.
Mientras caminan hacia el horizonte, un enorme castillo oscuro emerge entre la bruma.
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